Una vez efectuadas las inspecciones, se redacta un Informe
de Inspección en el que se detalla el estado de todos y cada uno de los
componentes de la instalación.
Si se han detectado anomalías, estas se clasifican en
categorías de leves o graves y se indican las
acciones a tomar para subsanarlas así como el plazo concedido para corregirlas.
Se fija la fecha de la próxima inspección para comprobar que las anomalías se
han subsanado de forma adecuada.
Cuando las anomalías son clasificadas como graves, se
informa personalmente al responsable de la instalación del alcance del problema
encontrado y de las consecuencias económicas, administrativas y
medioambientales de no atender las recomendaciones en el plazo indicado. En
todos los casos, el responsable de la instalación firmará el recibí y enterado
del contenido del informe.
Si el resultado de la inspección es positivo y la
instalación se ha encontrado en buenas
condiciones de funcionamiento, se indica la fecha de la próxima inspección de acuerdo con lo estipulado en la Reglamentación
correspondiente y la categoría de la instalación.
En cualquier caso, se informará de cualquier recomendación
de mejora o modificación de la instalación si entre una y otra inspección la
tecnología a puesto a disposición de los fabricantes, montadores y mantenedores
nuevos sistemas o componentes homologados que redunden en dar a las
instalaciones mayor fiabilidad de funcionamiento y reduzcan los riesgos de
fugas o averías.
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